La semana pasada transcurrió dentro de la normalidad típica de una semana de vacaciones de verano al uso: Playa, calor, bártulos pa´rriba y pa´bajo, sardinas a la plancha....., y en realidad no tendría nada especial que contar de no ser por lo que ocurrió en el momento más inesperado: El regreso.
Tenía previsto volverme de Fuengirola el sábado después de comer, pero mi suegro con buen criterio, me lo quitó de la cabeza por aquello del sopor de sobremesa, y finalmente decidí salir por la mañana, hacia las 11.
Hacia el mediodía, me planto en Granada, y justo cuando voy a coger la directa para Madrid, observo de refilón un cartel que dice "Sierra Nevada".
Fué suficiente.
No sé cómo ni por qué, pero antes de darme cuenta ya estaba subiendo el puerto con el coche, sin ningún plan ni guión establecido, sólo siguiendo mis instintos.
Hacia las 13:00 horas me encuentro en la estación invernal, otrora cubierta de un grueso manto blanco y masificada de esquiadores, hoy con un sol de justicia pero extraña y dulcemente fresca y desierta.
Tengo mi maleta en el coche con los trastos de matar y lo veo clarísimo:
" Voy a subir desde aquí al Pico Veleta corriendo.
No sé qué distancia hay, ni qué desnivel ni la dificultad que tiene, ni lo que me espera ahí arriba pero me la pela; precisamente eso es lo que me excita. Esa sensación de explorar lo desconocido es lo que hoy me tiene embargado.
Pos allá que vamos:
Las primeras rampas desde la estación, son como diría Daniblay, demenciales. De hecho, cuando sólo llevaba 500 mtrs, y observando lo que me precedía de inmediato (cuando haces una de estas hay que verlo así pa no deprimirse), estuve a punto de emprender la retirada, pero me dije que allí la única marcha atrás sería la de regreso al coche, una vez hecho cumbre, y seguí para adelante.
Pasado lo peor, llego a una zona más tendida y también bastante más despejada. Diviso a lo lejos un montículo con una especie de virgencita, y también varios montañeros ascendiendo por las laderas y ciclistas bajando por asfalto, por donde yo venía.
Ya veo claramente ¿El Veleta?, pregunto a un montañero, bastón en mano. Sí, eso es- responde. Queda mucho todavía ?? - Jajajajajjaa.....!!!!! No preguntes, tú sube y calla, a veces te parecerá que se aleja, nos pasa a todos.... - Joooooooder...!!!
Pero qué pardillo soy, Dios mío. Sólo llevo 35´ subiendo y ya quiero estar arriba........
Efectivamente, no sé si por el cansancio o qué sé yo, el puto pico parecía cercano, pero no llegabas nunca, y a veces hasta parecía alejarse. Tengo que parar algunas veces para tomar aliento, cuesta bastante respirar a más de 3ooo mtrs, y las piernas empiezan a agarrotarse.
Me detengo un momento para observar el fabuloso espectáculo que me ofrece la naturaleza: Silencio sepulcral, ligera y deliciosa brisa bajo un sol abrasador, y un hermosísimo paisaje, mezcla de aspecto lunar a mi alrededor y verde ladera abajo, fundiéndose todo con un cielo azul como jamás he visto.
Aunque lo parezca, esta foto nunca hará justicia a lo que he querido transmitir anteriormente.
Tomo una respiración profunda, y retomo el camino. Llevo una hora y diez subiendo sin tregua. Ahora sí va quedando poquito para hacer cumbre. Me viene a la cabeza mi amiga Duracell, que me envió un SMS el viernes pasado recién había subido y bajado el Teide (completo, no como yo), en más de 5 horas. Eso sí tiene mérito. Me acuerdo también de Cabesc, que tiene entre ceja y ceja hacer esta subida..... completa...!!!!!
Y ahora sí, ya estoy arriba. Hay más gente en la cima, montañeros con bastón pero yo soy el único corredor. Sin conocernos de nada, empezamos a abrazarnos todo el mundo con una extraña mueca, es una de las sensaciones más raras pero a la vez más reconfortantes que he vivido. Me siento un poco fuera de lugar; esta gente está curtídisima, yo no sé desde dónde y cómo coño habrán subido, pero seguro que más rato que yo. Me recreo 5 minutos en observar todo a mi alrededor; el cielo está tan cerca que parece que puedas tocarlo, parece que estás en el techo del mundo. No quiero ni pensar que se sentirá estando arriba del Everest......
Y bueno...., y ahora nunca mejor dicho, toca bajarse de la nube. Menos mal que la subida es casi toda tendida, si no mis articulaciones iban a sufrir de lo lindo.
En la bajada casi tardo más que subiendo, porque me detuve varias veces a hacer fotos. Esta me la hizo una pareja a la altura de la Virgen que he mencionado antes, que en aquel sitio no podía llamarse de otra manera que Virgen de las Nieves:
Cuando ya me falta poco para la estación de esquí, tengo que llevar mucho cuidado porque el desnivel hacia abajo es enorme, y si te descuidas un poco te aceleras y te pegas un trompazo de cuidao, amén de las rodillas que se quedan hechas trizas con los impactos.
Llego al coche, y me bebo una botella de agua mientras busco con desesperación el bocata jamón que me ha preparado Cristi para el camino. Por poco me como hasta los dedos y el papel de plata.
No recuerdo qué hora era ni a la hora que salí de allí. Sólo sé que paré dos veces más hasta Madrid, y llegué a las 8 de la tarde.
Y después a deshacer las maletas, poner la lavadora, cenar un poco y ponerse con las patas arriba y cabeza abajo un buen rato, porque mañana hay que hacer la San Lorenzo.
Saludos y buenas tardes.
4 comentarios:
Joder Paquillo!!
Qué ganas de subir cuestas...
Yo hice esa misma subida que tu, pero en vez de quedarme en El Veleta, lo pasé de largo y me fui pa'l Mulhacén (pero andando) y la verdad es que está muy chulo todo aquello!
Un abrazo
Están locos estos corredores...
Quizá haya que cometer alguna locura de estas de vez en cuando para, paradójicamente, mantener la cordura...
Un abrazote. ;-)
¡¡Que bonita Locura!! Eso si la próxima vez llevate un poquillo de agua, jejeje
Ando algo desconectado pero un abrazote grande y espero veros pronto :-)
Pues hay intenciones de hacer una en Navacerrada este mes de Agosto, así que no iros muy lejos.
Nos vemos ;-)
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